lunes, 7 de julio de 2014

Beach

 Y allí está ella. Quién le diría que se encontraría ahora mismo tumbada en el césped bajo la agradable sombra de un maravilloso pino. Los rayos de sol juegan con las hojas para intentar llegar a tocar su cara. Y entre esa lucha de luces y sombras, sonríe. Le gusta ese lugar, un lugar al que poder huir cuando algo vaya mal, en el que pasar un gran tarde de risas o en el que descansar simplemente.
 Y él llega. Se tumban, el uno sobre el otro. No saben por qué pero se sienten agusto así. No necesitan aclarar nada. Están bien, se lo pasan bien. Son felices. Qué más da el mundo. Ahí en ese preciso lugar acordaron no dejar entrar problemas. No. Ya tendrían tiempo fuera de arreglarlo todo. Eran jóvenes y nada podía ser un problema sin solución. 
Enfrentaban la vida con coraje. Coraje y valor. Pero en ese momento todo eso quedaba fuera de las vallas. En ese lugar solo se podía tumbar en el césped, cerrar los ojos y reír de lo que el otro contaba. 

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